Mafra-Lisboa I

Día de traslado desde Sintra a Lisboa, y como nos temíamos el día sale con una pertinaz lluvia, y una espesa niebla, cargamos el coche y nos dirigimos hacia la primera de las visitas que vamos hacer el Palacio Nacional de Mafra.

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Esto significa dar una pequeña vuelta, pero creemos que vale la pena hacer uno cuantos kilómetros más y poder disfrutar de uno de los palacios más grandes de Portugal.

Salimos de la zona de Sintra y el tiempo no mejora, más bien empeora y la niebla se hace más densa, tanto que llegamos hasta el Palacio y prácticamente este ni se ve, aparcamos en el extenso aparcamiento de pago (zona azul, ticket por tiempo), que hay junto al palacio, y lloviendo entramos para empezar la visita, sin que se vea mucha gente, eso si eran las 9,45 h. y acababan de abrir.

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Horario Palacio : Todos los días excepto 3ª ferias (Martes) de 09.30 a 17.30 (última entrada 16.45h). Basílica : Todos los días de 9:30 a 13.00h (última entrada 12.45) y de 14.00 a 17.30h días de cierre : Martes y los días 1 de enero, Domingo de Pascua, 1 de mayo, Jueves de la Ascensión / Espiga (Feriado Municipal) y 25 de Diciembre
La entrada al Palacio cuesta 6€ por persona, la entrada a la basílica es libre.

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La visita la empiezas por el antiguo convento, donde visitas unas salas representativas ya que el edificio en inmenso y visitarlo entero te llevaría días.

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El Palacio Nacional de Mafra se encuentra situado en la localidad de este mismo nombre, a unos 30 km de Lisboa, y es el monumento más importante del barroco portugués.

Fue erigido en el siglo XVIII por João V de Portugal, tras prometer a su mujer María Ana de Austria que construiría un monasterio si esta le daba descendientes. De hecho, como en su origen fue un convento franciscano, también es conocido como Real Convento de Mafra. No obstante, la llegada de oro tras la conquista de Brasil por parte de los lusos hizo que de este convento naciera un gran palacio real, obra del arquitecto Johann Friederich Ludwig.

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Del Monasterio destaca el hospital en perfecto estado de conservación, la farmacia y la cocina.

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Una vez visitado el convento inicias la visita de las salas del palacio propiamente dicho.

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Ya en el XIX, el monasterio fue abandonado por los monjes franciscanos tras la disolución de las órdenes religiosas llevada a cabo por la reina María II. En cuanto al palacio, este quedaría deshabitado a principios del XX con la instauración de la República y tras partir hacia el exilio Manuel II, el último rey portugués (según cuenta la leyenda, a través de un túnel escondido que conectaba el palacio con la localidad de Ericeira).

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Esta monumental edificación es considerada como la más importante de estilo barroco de Portugal. El palacio fue construido en piedra caliza proveniente de la región, y en sus más de 38.000m2, alberga más de 1.200 salas y más de 4.700 puertas y ventanas.

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El palacio es impresionante con salas que son una maravilla como la sala de caza.

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o la de la Reina

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Este palacio, a pesar de no haber sido utilizado como palacio residencial, fue utilizado como palacio de fiestas y como local de descanso después de los días de caza. La población local, y la construcción de este palacio, sirvieron de inspiración a José Saramago para escribir “Memorial do Convento”, una de sus obras más conocidas.

Y como colofón a la visita la maravillosa biblioteca del siglo XVIII con de más de 40.000 ejemplares, a la que se puede visitar, pero para acceder a sus libros ha de hacerse con cita previa.

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Continuamos la visita con la Basílica, esta unida al palacio dentro del mismo monumental edificio.

Sin embargo, los objetos más relevantes de este palacio se encuentran en la basílica, donde también encontrará dos carillones con 92 campanas y seis órganos. 

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Los domingos se hacen conciertos con los 6 órganos de la Basílica, que incluyen piezas creadas especialmente para el conjunto de órganos y que no se pueden tocar en otro lugar.

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Nos despedimos de Mafra, y ponemos rumbo a Lisboa, nos ponemos en contacto con el teléfono del responsable de los apartamentos donde nos vamos alojar las siguientes 4 noches, y nos dice que cuando lleguemos a la puerta le llamemos, que no hace falta esperar a las 15 h. que es cuando está prevista la entrada.

Lo llamamos y nos facilita un código con el que accedemos al aparcamiento ya que el parquing subterráneo de la planta -1 es de un supermercado, y el resto hasta la -4 es de uso privado para los apartamentos. Con el mismo código entramos en el apartamento, y nos llevamos una grata sorpresa.

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El apartamento es precioso, nuevo, en una zona tranquila de Lisboa a 20 minutos andando del centro, y a dos calles de una boca de metro, y el supermercado justo debajo, un lujo. Destacar la Tv integrada en el espejo del baño principal.

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Una vez acomodados nos ponemos en materia y eso que el día no acompaña, sigue lloviendo aunque más levemente, nos acercamos al metro y lo primero hacernos con la tarjeta que sirve para los transportes públicos en Lisboa, la Viva Viagem.

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Es una tarjeta inteligente que la compras en las maquinas a la entrada del vestíbulo en el metro, es muy sencillo la maquina se puede poner en español, se carga con la cantidad que se quiera y a medida que se van usando los transportes te va descontando el importe y informándote del saldo. El coste de la tarjeta es de 0,60 € que se suma a la recarga. Hay otros sistemas como el 24 horas que por 10 € tienes viajes sin limite.

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Para entrar en el metro pasas la tarjeta por la la parte superior del lector la lee, y ya puedes pasar, al salir también debes pasarla por otro lector igual. cogemos el metro para ir al centro y aquí un truquito interesante,  nuestra primer parada es la plaza Luis Camoes y para eso nos bajamos en la estación de Baixa Chiado que marca el limite entre la parte baja y la parte alta de Lisboa.

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Para ahorrarnos las cuestas de subir a la parte alta despues de pasar los tornos vamos hacia el fondo de la estación indicada la salida de Plaza Camoes ahí sale una larga escalera que te deja en la misma plaza.

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Plaza de Luis Camoes. Es un espacio de homenaje, aunque también de descanso y conexión. La Plaza Luís de Camões juega un rol fundamental en el trazado urbano de Lisboa porque une puntos turísticos clave como el Barrio Alto y el Baixo, es el límite exacto donde aparecen los comercios más importantes de la ciudad y el pasillo directo a la zona de los miradores, donde se destaca el de Santa Catarina.

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En el centro de la plaza se alza un monumento en honor al poeta Luís de Camões, artista fundamental en la historia de la literatura portuguesa, su obra está a mitad de camino entre el clasicismo y el manierismo. Fue censurado, tuvo que exiliarse y murió en la pobreza en 1580. Siempre se lo representa con una espada y un atado de libros.

El día seguía sin acompañar, y la siguiente visita fue la Parroquia de los dos martires, junto a la plaza de Camoes.

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La parroquia de Nuestra Señora de los Mártires fue creada inmediatamente después de la reconquista de Lisboa en 1147, que tiene su origen en una pequeña capilla construida para que fuese capaz albergar la imagen de la Virgen traída por los cruzados ingleses, conocida como Nuestra Señora de los Mártires en memoria de todos los soldados que murieron en combate en defensa de la fe cristiana. Según la tradición, D. Afonso Henriques solicitó la ayuda y la protección a la Virgen, y en ella se realizó el primer bautismo en la ciudad después de la Reconquista.

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La ermita ya era una gran iglesia barroca en 1755, cuando fue completamente destruida durante el terremoto que afectó a Lisboa este año. La basílica actual fue diseñada por Reinaldo Manuel dos Santos, después de haber sido dedicada por las autoridades religiosas en marzo de 1784.

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Nos acercamos a las ruinas del convento de Carmo, muy cercanas también.

El Convento do Carmo, cuyas ruinas abiertas al cielo son uno de los mejores ejemplos del carácter renovador de Lisboa, alberga en la actualidad un Museo Arqueológico pequeño pero imprescindible.

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Sus altos arcos, que marcan la entrada al Chiado llaman la atención por sus dimensiones, y es que este era el templo gótico más importante de Lisboa hasta que el terremoto de 1755 lo tiró abajo. La iglesia había sido fundada por Nuno Alvares Pereira, un aristócrata que mandó construirla para retirarse a la vida espiritual y en honor a la victoria en la batalla de Aljubarrota. Las obras concluyeron a principios del siglo XV, por lo que el esqueleto que podemos ver hoy de esta antigua iglesia constituye una de las escasas muestras arquitectónicas del Medievo portugués.

Pasamos deprisa por la lluvia y tampoco entramos al museo que se encuentra junto a las ruinas, justo al lado se encuentra el mirador al lado del elevador de Santa Justa y desde que se accede al mismo.

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Elevador de Santa Justa (conocido, en su origen, como Elevador do Carmo) conecta la Baixa con el barrio del Chiado y es una de las atracciones turísticas obligadas de Lisboa. 

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Se terminó de construir en 1902 y su diseño es obra del ingeniero Raoul Mesnier de Ponsard. De estilo neogótico, posee una estructura de hierro inspirada en las técnicas ya aplicadas en otras construcciones francesas de grandes dimensiones, como la Torre Eiffel. En su interior, dos ascensores revestidos de madera trasportan a los viajeros hasta una amplia terraza donde podremos obtener unas buenas vistas del río y de toda la Baixa, la Plaza de Rossio, la Plaza del Comercio y el Castillo de San Jorge.

Bajamos las calles hasta la parte de abajo del elevador ya que no había manera de disfrutar de ls vistas ya que la lluvia y la falta de visibilidad nos fastidio el mirador.

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Y llegamos hasta otra de las plazas principales de Lisboa la plaza Rossio.

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La Plaza de RossioSe ubica en la zona de la Baixa y es el centro neurálgico de la vida en el centro de la ciudad desde el siglo XIII, cuando los alrededores del castillo concentraban las actividades cotidianas y los habitantes de la ciudad se reunían en esta plaza que ha sido testigo de juicios, fiestas populares, desfiles, encuentros políticos y religiosos, ejecuciones de la Inquisición, que tenía su sede en esta misma plaza, y hasta de peleas de toros…

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El concepto de “rossio” significa algo parecido a “espacio a común”, de ahí la denominación original de esta plaza. La Plaza de Rossio se llama, realmente, Praça de D. Pedro IV, en honor al primer emperador de Brasil y rey constitucional portugués, que además tiene en la plaza su propio monumento en forma de columna, acompañado de cuatro figuras femeninas que representan la Justicia, la Templanza, la Sabiduría y la Fuerza.

Junto a la plaza se encuentra una de las iglesias más visitadas de Lisboa, por unas características muy especiales que detallamos en la información extraída de Wikiedia.

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La iglesia de Santo Domingo fue durante siglos la más grande de Lisboa y acogió todas las ceremonias religiosas importantes, como funerales, bautizos y coronaciones.

Fue fundada en el siglo XIII, aunque el rey Manuel I llevó a cabo una reforma íntegra del edificio. No obstante, las catástrofes naturales se cebaron con esta iglesia: tras el terremoto de 1755, la iglesia quedó prácticamente destruida debido al maremoto que se originó como consecuencia. Sin embargo, aunque la iglesia fue, en gran parte, reconstruida, a mediados del siglo XX un incendio devastaría de nuevo sus paredes, dejándola con un aspecto muy similar al que vemos hoy (hubo que rehabilitar techos y muros para poder acondicionarla al público).

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El incendio alcanzó tales dimensiones que tardó en ser apagado más de 6 horas, y se llevó por delante la vida de dos bomberos. A pesar de ello, la iglesia tal como la vemos hoy posee una belleza rara, sobrecogedora: las imágenes medio fundidas y las paredes calcinadas crean un clima lúgubre, casi infernal, pero muy cautivador. Puedes sentarte en alguno de los bancos y quedarte contemplando este extraño lugar durante un buen rato.

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La Inquisición en la Iglesia de Santo Domingo. Lamentablemente, el pasado oscuro de esta iglesia no está solo asociado a fenómenos naturales, sino también a la acción del ser humano: fue en ella donde la Inquisición celebraba sus actos públicos de fe, enunciaba sus condenas y enviaba a la hoguera instalada en el Terreiro do Paço a los infieles, que morían quemados vivos.

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A la puerta de la iglesia un monolito recuerda los hechos que relatamos.

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Aquí dimos terminado el día, le sacamos todo lo que pudimos con las circunstancias atmosféricas, y al final la verdad que acabamos muy contentos, regresamos también en metro y a disfrutar de las comodidades del apartamento.

 

 

 

 

 

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