Lisboa II

Segundo día en Lisboa, y el tiempo sigue sin ayudar, nos levantamos con previsiones no muy buenas, y la realidad era bastante peor, lluvia y niebla, así que adaptando lo que teníamos previsto decidimos empezar por uno de los lugares que no figura dentro de las visitas más turísticas de Lisboa, y sin embargo nos sorprendió muy agradablemente, el Palacio Nacional de Ajuda.

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Este palacio se encuentra retirado del lo que es la zona más céntrica de Lisboa, está  en la parte superior de la zona de Belem, y aunque no hay metro para ir,  la red de autobuses de Lisboa es muy eficaz, muy extensa y se llega a todos los sitios con mayor comodidad que en otros transportes.

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Así que desde la Plaza Marques de Pombal, a pocos metros de nuestro apartamento cogimos el autobús 738 y luego el 760 que te deja en la puerta del palacio. Para planificar los desplazamientos usamos google maps, llevamos un mapa diseñado (maps/tus sitios/mapas/My Mpas), con todos los lugares que planeamos visitar y en el momento de dirigirnos a uno de ellos solo es marcarlo como destino, escoger transporte público (en este caso),  para el origen la ubicación actual, y te da la planificación del medio a utilizar, el tiempo aproximado, las paradas que tienes que hacer y los recorridos caminando. Super eficaz.

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Llegamos hasta el palacio y de nuevo la niebla envolviéndolo, dándole un aspecto puramente fantasmal, se veía poca gente, lloviznaba así que sacamos la entrada para empezar la visita a ver si mientras mejoraba.

Horario: Lunes a Domingo de 10 a 18 h. Miércoles Cerrado,  Entrada 5€ duración de la visita 1 h 45` aprox.

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Palacio Nacional de Ajuda.- El Palacio de Ajuda se ubica en un espacio en el que anteriormente se encontraba emplazada una barraca de madera hecha construir por el rey José I de Portugal en el seno del vecindario de Ajuda de Lisboa. Fue mandada construir tras la destrucción del Palacio de Ribeira en el terremoto de 1755.

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La débil estructura de madera de la barraca del rey José I quedó completamente destruida debido a un incendio en 1794, durante el reinado de la reina María I de Portugal. Es en este momento cuando la reina, y posteriormente el rey Juan VI, hijo de María, ordenaron la construcción de una residencia palatina en el centro de Lisboa. Para tal empresa se nombró al arquitecto Manuel Caetano de Sousa. Este planificó la construcción de un palacio enmarcado en el barroco-rococó más tardío.

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En 1802 el proyecto pasó a manos del arquitecto portugués José de Costa e Silva y del arquitecto italiano Francisco Javier Fabri,​ que variaron el proyecto hacia un estilo eminentemente neoclásico.

La huida de la Familia Real hacia Brasil en 1807 escapando de las tropas de Napoleón Bonaparte provocó un considerable atraso del proyecto.El retorno de la Familia Real hizo reemprender la construcción bajo la tutela de António Francisco Rosa, pero la falta de financiación que pronto apareció provocó la reducción del proyecto inicial.

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No fue hasta el reinado del rey Luis I de Portugal, hijo de la reina María II, que el Palacio de Ajuda se convirtió en centro de la vida privada de la familia real y de la corte portuguesa. Después de la muerte del rey Luis en 1889, se transformó en la residencia de la reina viuda María Pía. 

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Con la proclamación de la República Portuguesa en 1910, el Palacio de Ajuda se convirtió en un museo histórico que permanece abierto al público, y en el cual se puede observar el estilo de vida de la familia real portuguesa a finales del siglo XIX.

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Fue una de las mejores visitas de Lisboa, el estado de conservación de las estancias y del mobiliario es excelente, y su riqueza comparable si no superior a la del Palacio Real de Madrid, nos quedamos maravillados del Palacio y es desde luego una de las visitas que a nuestro parecer es indispensable en Lisboa, mucho más que otras de mayor renombre.

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El lugar tampoco está masificado lo que te permite visitarlo sin agobios, en cada estancia hay unas fichas en varios idiomas (no en español), que te explica cada sala su uso y las características del mobiliario, os dejo en enlace a la pagina oficial del palacio por si queréis más información

http://www.palacioajuda.gov.pt/pt-PT/palacio/visita/piso%20terreo/ContentList.aspx

Y para colofón de la visita las imágenes del salón del trono, y del salón de banquetes, que hoy en día se sigue usando para recepciones especiales de altos mandatarios.

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Cuando salimos algo había mejorado, pero no mucho, por lo menos se veía la fachada del palacio.

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Así que volvimos al autobús para bajarnos en Cais do Sobre, estación de tren y marítima de Lisboa, ademas de metro, autobús y tranvías, un nudo de transportes, y fuimos caminando hacia la plaza de Comercio, pasando antes por la plaza del Municipio donde se ubica el ayuntamiento de Lisboa, con su suelo típico.

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Llegamos hasta la amplia Plaza de Comercio, pero el tiempo no acompañaba.

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Nos acercamos a visitar el Mercado da Ribeira, frente a la estación de Cais do Sobre, una parte sigue siendo mercado y otra es una especie de Food Court con muchos sitios para comer,  la verdad que bastante lleno, pero eso si precios de turista nada populares.

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Fuimos a comer y para eso nada mejor que salirse de la zona más turística, paseamos por la calles traseras de la Plaza Duque de Terceira, hasta que encontramos un restaurante más para portugueses, aunque también lógicamente había turistas, en un calle muy atípica con el suelo pintado de rosa. Se llama Rio Grande, y por 8,75 € por persona comimos un excelente menú compuesto de Sopa, plato principal a escoger carne o pescado, ese día un riquísimo arroz con mero, 1 bebida, postre casero y café.

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Después de comer y como el día algo mejoraba, por lo menos no llovía, decidimos irnos hasta la zona de Belem para visitar el Monasterio de los Jerónimos, una de las visitas principales en Lisboa. Para desplazarnos hasta la zona de Belem donde está el Monasterio hay varias opciones, el turístico tranvía 28, el moderno tranvía 15 y el autobús, nosotros nos decidimos por lo practico y cogimos el autobús que nos dejo al lado del Monasterio.

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Lo primero que visitamos es la iglesia que se ubica en la parte derecha de la fachada, y con el acceso libre, se entra por una puerta lateral, donde está también el acceso para la visita del Monasterio.

 

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Una vez visitada la iglesia hay que ir a la entrada central donde están las taquillas para sacar las entradas para visitar el Monasterio, el cual es famoso por sus colas, se habla de colas de mas de una hora para conseguir la entrada, nosotros no veíamos mucha gente, eran las 4 de la tarde y a lo mejor eso influyó.

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También nos habíamos informado que últimamente habían instalado unas maquinas para la venta automática de entradas, aunque no sabíamos como había afectado a las colas. Y parece ser que muy bien ya que no había cola ninguna, 8 o 10 personas esperando para la taquilla y al ponernos en la cola nos dijo un empleado que si queríamos sacarlas en las maquinas que estaban solas, incluso nos ayudó a sacarlas aunque es muy sencillo ya que el idioma se cambian a español y aceptan monedas billetes y tarjetas de crédito. Para acceder al interior no había cola ninguna.

Horario: Octubre Abril de 10.00 h. a 17.30 h. (última entrada 17.00 h.). Mayo a Septiembre de 10.00 h. a 18.30 h. (Última entrada a las 18.00 h). Cerrado los lunes, 1 de Enero, Domingo de Pascua, 1 de Mayo, 13 de Junio y 25 de Diciembre.

Entrada 10 € por persona.

http://www.mosteirojeronimos.gov.pt/pt/

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El Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belém diseñado en estilo manuelino por el arquitecto Juan de Castillo, fue encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama. Se fundó en 1501 sobre el enclave de la Ermida do Restelo en lo que fue la playa de Restelo, ermita fundada por Enrique el Navegante, y en la cual, Vasco de Gama y sus hombres pasaron la noche en oración antes de partir hacia la India. Se financió gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de los de la pimienta, la canela y el clavo, cuyas rentas iban directamente a la Corona.

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El estilo manuelino se caracteriza por la mezcla de motivos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y del renacimiento. Destacan los portales principal y lateral, el interior de la iglesia y el magnífico claustro. Las capillas de la iglesia fueron remodeladas en puro estilo renacentista en la segunda mitad del siglo XVI y contienen las arcas funerarias de Manuel I y su familia, además de otros reyes de Portugal.

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En diciembre de 2007 se firmó en este monasterio el Tratado de Lisboa, un acuerdo de la Unión Europea que sustituye la Constitución Europea y reforma los tratados que estaban vigentes. Este monasterio, al igual que la cercana Torre de Belém y el Monumento a los Descubrimientos simboliza la Era de las exploraciones portuguesa y se cuenta entre las principales atracciones turísticas de Lisboa. Junto con la Torre de Belém, el monasterio de los Jerónimos fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.

Cuenta con una fachada de más de 300 metros, así como de un largo y bello claustro. Además está también su impresionante iglesia, que es una parte importante de la visita.

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Terminada la visita al monasterio caminamos por los jardines hasta el monumento de los descubridores ya junto al río, teníamos pensado subir para admirar las vistas sobre el río, pero amenazaba lluvia por lo que nos conformamos con verlo exteriormente.

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Monumento a los Descubrimientos  Se construyó en 1960 para conmemorar los 500 años desde la muerte de Enrique el Navegante. Con sus impresionantes 52 metros de altura, en sus obras participaron el escultor Leopoldo de Almeida y el arquitecto José Ângelo Cottinelli Telmo, que dieron forma a este enorme monolito de piedra con forma de carabela, en el que aparecen 33 personalidades representativas de la Era de los Descubrimientos mirando al Tajo.

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 Observando el monumento en detalle, veremos a los lados el escudo de Portugal y presidiendo la entrada la espada de la Dinastía Avís, la de Manuel I, monarca mecenas de los viajes de exploración del siglo XVI que llevaron a los navegantes portugueses hasta lugares tan recónditos como la India o América.

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Ya en el interior, en el sótano se encuentra una sala de exposiciones temporales. También puedes subir al ascensor que te transporta hasta el piso superior, donde puedes encontrar un mirador cuyas vistas merecen mucho la pena (es importante señalar que el último tramo hasta el mirador se hace por una escalera que hay que subir a pie). Desde esta terraza podremos contemplar, de frente, una panorámica preciosa del Monasterio de los Jerónimos al completo. Al otro lado del río, la estatua del Cristo Rey nos abre los brazos y el Puente del 25 de Abril se extiende hasta el otro lado del Tajo.

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Caminando junto al río se llega hasta la Torre de Belem, otro de los lugares emblemáticos de Lisboa, esta vez no tuvimos que decidir si entrar o no porque ya no permitían el acceso por la hora, así que nos conformamos con verla por el exterior que de todas maneras cuentan que es lo más llamativo de esta Torre de defensa.

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Torre de Belem A orillas del Tajo se erige la Torre de Belém de Lisboa, símbolo de la ciudad. Está declarada Patrimonio de la Humanidad y su ubicación sobre la antigua playa de Restelo, desde donde partían las carabelas en sus expediciones hacia otros continentes, no es casual.

La torre data del siglo XVI, Era de los Descubrimientos, cuando se construyó como fortaleza para proteger la entrada al puerto a través del Tajo (en el interior del baluarte aún podemos ver los cañones). Con el tiempo, su uso defensivo quedó relegado y se utilizó como centro recaudador de impuestos e incluso prisión.

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 Al igual que el Monasterio de los Jerónimos, sus obras comenzaron bajo el reinado de Manuel I, a cargo del arquitecto Francisco de Arruda, cuya experiencia en Marruecos se deja ver en la decoración de influencia árabe que podemos contemplar en los arcos, balcones y cúpulas de la torre.

 En su estructura podemos observar dos elementos principales: la torre y el baluarte. La torre se reparte entre cinco pisos: en los tres primeros se sitúan la Sala del Gobernador, la Sala de los Reyes y la Sala de Audiencias; en el cuarto una capilla y en el quinto se encuentra la terraza de la torre. El acceso al monumento se realiza por el baluarte, a través de una pasarela. Su interior es muy austero; en él podemos destacar algunas esculturas de San Vicente (patrón de Lisboa).

 Pero la principal belleza de la torre reside en su decoración exterior, esculpida en piedra, con galerías y torres de vigilancia, almenas en forma de escudos y elementos naturalistas alusivos a las nuevas colonias, como la gárgola del rinoceronte que, según se cuenta, pudo servir de inspiración a Durero en su obra.

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Junto a la Torre de Belem se encuentra el monumento a los Combatientes de Ultramar, con una llama que arde y la vigilancia de soldados, dicen que es curioso el cambio de Guardia, pero ya era muy tarde, junto este se encuentra el Museo del Combatiente pero también estaba cerrado.

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Queríamos habernos acercado hasta la famosa pastelería de Belem, donde dicen hacen las mejores «natas» de Portugal, pero está bastante retirada de la Torre, y cuando pasamos con el autobús había una extensa cola para entrar, por lo que nos conformamos con los que hemos ido probando a lo largo de nuestro road trip, ya que se encuentran en cualquier parte de Portugal al ser un dulce típico.

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Os dejamos también el enlace a la web de la pastelería de Belem, y la historia del dulce, y con esto cerramos esta etapa en Lisboa.

https://pasteisdebelem.pt/es/

Como consecuencia de la Revolución Liberal ocurrida en 1820, todos los conventos de Portugal se cerraron en 1834, expulsando a todos los trabajadores y el Clero. En una tentativa de supervivencia, alguien del Monasterio puso a la venta, en aquella pequeña tienda de comercio, unos pasteles llamados “Pastéis de Belém”.

En aquella época, la zona de Belém, quedaba lejos de la ciudad de Lisboa y el recorrido era asegurado por los barcos a vapor que llegaban a esa zona. Aún así, la importancia del Monasterio de los dos Jerónimos y de la Torre de Belém atraían a los visitantes, que en seguida se acostumbraban a saborear los deliciosos pasteles originarios del Monasterio.

En 1837 se dio inicio a la fabricación de los “Pastéis de Belém” en las instalaciones anexas a la refinería según la antigua “receta secreta” originaria del Monasterio. Desde entonces, esta receta es transmitida y conocida exclusivamente por los maestros pasteleros que los fabrican de modo artesanal en el “Taller del Secreto”. Esta receta se mantiene inalterable hasta hoy en día. De hecho, es por medio de una exigente elección de ingredientes que, la única y verdadera fábrica de los ¨Pastéis de Belém”, proporciona hoy el sabor de la antigua pastelería portuguesa.

 

 

 

 

 

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