Continuamos nuestro Road Trip en Sintra, ya en la parte final, y la zona más al sur que vamos a visitar junto con Lisboa. Llegamos a Sintra a media mañana y por suerte ya estaba el apartamento listo por lo que pudimos descargar el coche y distribuir los trastos.
Una vez ubicados y el coche aparcado (cosa nada fácil en Sintra), decidimos ir andando hasta el centro el cual se encontraba a 800 metros de nuestro alojamiento y según nos informó nuestra anfitriona aparcar en el centro es misión casi imposible.
También nos advirtió que el camino hacia centro era de bajada, pero que la vuelta sería de subida, y que andar por Sintra no es sencillo, toda la zona es un compendio de calles/carreteras muy estrechas, que carecen de aceras y que te vas jugando el tipo al ir andando porque los coches pasan a un palmo de ti.
Y no le faltaba nada de razón a pesar de estar cerca del centro la pendiente era de aupa, y lo de los coches a un palmo era pura realidad, y no solo coches, sino autocares, autobuses, furgonetas, una especie de tuktuk que van como locos de un lado a otro, en fin un desastre.
Así que si queréis alojaros en Sintra nuestro consejo es que lo hagáis en el mismo centro, aunque eso no será ni fácil ni barato, y seguro que los alojamientos serán de peor calidad. Una vez en el centro decidimos empezar por una de las visitas allí ubicadas el Palacio Nacional.
El Palacio Nacional de Sintra, de estilo gótico, está situado en el corazón de Sintra y fue la residencia real más habitada, estando en uso continuado desde el siglo XV hasta la caída de la monarquía en 1910. Este es el palacio en el que el Rey Alfonso VI (Década de 1650) estuvo encarcelado durante sus últimos años, ya que fue considerado por su hermano como demasiado inestable como para gobernar el país.
El exterior gótico minimalista está dominado por las dos gigantescas chimeneas que se elevan desde las cocinas, mientras que el interior incluye habitaciones decorativamente pintadas que reflejan la amplia historia del palacio. La más famosa de estas habitaciones es la habitación de la urraca, que tiene pinturas de urracas que representan los cotilleos y maquinaciones de las damas de compañía de la reina.
Aquí decidimos sacar la entrada combinada para 4 visitas, se escogen y de ello depende el precio ya que no todas valen igual, y sobre el total te hacen un 7%, las entradas al Palacio Nacional, el Palacio da Penha, el Castillo de los moros y el Palacio de Montserrate nos costó 38,70 € por persona, más 3 € de la audio guía para el Palacio Nacional.
La visita la hicimos tranquilamente y sin muchos agobios, no había casi nadie, una vez terminada decidimos comer por la zona en cualquiera de la multitud de restaurantes del centro, había mucha variedad en tipos y precios, más caros de lo habitual pero tampoco exagerado teniendo en cuenta la cantidad de turismo que tiene Sintra.
Continuamos con la visita a la Quinta da Regaleira, a la que nos encaminamos andando y nuevamente una hermosa pendiente y el trasiego de coches y la falta de espacio para ir andando.
La Quinta da Regaleira es una extravagante mansión gótica del siglo XIX que está rodeada por algunos de los jardines más elaborados de Sintra. Estos jardines son un placentero descubrimiento, ya que están llenos de fortificaciones decorativas, símbolos religiosos místicos y una serie de pasajes secretos y cuevas ocultas.
Carvalho Monteiro, o Monteiro el millonario nacido en Rio de Janeiro que hizo una gran fortuna con el comercio del café y de las piedras preciosas, ayudado por el arquitecto italiano Luigi Manini, construye en la quinta de cuatro hectáreas un palacio, lujosos jardines, lagos, grutas y edificios enigmáticos, lugares que esconden significados relacionados con la alquimia, la masonería, los templarios y la rosacruz. Modela la quinta con construcciones que evocan las arquitecturas románica, gótica, renacentista y manuelina.
La principal característica de los jardines es el pozo de iniciación, un pozo que se drenó, amplió y muy posiblemente fue utilizado para llevar a cabo ceremonias de cultos.
Una galería subterránea con una escalera en espiral, sustentada por columnas esculpidas, desciende hasta el fondo del pozo a través de nueve rellanos. Los nueve rellanos circulares del pozo, separados entre sí por quince peldaños, evocan referencias a La Divina Comedia de Dante.
En el fondo del pozo está, embutida en mármol, una rosa de los vientos sobre una cruz templaria, el emblema heráldico de Carvalho Monteiro y, simultáneamente, indicativo de la Orden Rosacruz.
El Pozo Iniciatico es una de las atracciones principales de los jardines tiene en realidad varias entradas y salidas aprovechando los desniveles del terreno, pero si quieres averiguarlo tendrás que bajar o buscar escondidas por los inmensos jardines los diferentes accesos.
La entrada a la Quinta costó 8€ por persona más 3 € de una audioguia que funcionó muy bien, no se puede sacar la entrada combinada con otros monumentos.
Acabamos la visita maravillados por el sitio los maravillosos jardines y las espectaculares construcciones que te vas encontrando en un recorrido que tranquilamente inviertes casi 3 horas si quieres verlo a fondo como hicimos nosotros.
Luego continuamos dando un paseo por el centro de la localidad y tomarnos algo en una de las terrazas que abundan por la zona, eso si, no tranquilamente por que el gentío era considerable.
Nos levantamos al día siguiente con la idea de hacer las 3 visitas que nos quedaban de los monumentos, nos habían recomendando utilizar el transporte publico por el tema de aparcar en los lugares de interés, y a pesar de que nos pareció un robo que te cobren 3,90 € por subir al palacio, y otro tanto por bajar, pero intentamos cogerlo y quedó en eso un intento, después de esperar 20 minutos al autobús que tenía parada en la misma puerta del apartamento, el que pasa nos dice que no para , que va lleno.
Así que cogimos el coche y nos fuimos por nuestra cuenta, y fue un acierto en las inmediaciones de la entrada al palacio hay bastante sitio para estacionar, pero hay que llegar temprano. El mejor sitio para aparcar si se va a visitar el Palacio de Penha y el Castillo de los Moros, es una vez pasado el acceso al Castillo enseguida se ve aparcamiento, ese es el mejor lugar, te ahorras la mayor parte de la subida y te quedan cerca los dos accesos.
El Palacio da Pena El exquisito Palacio da Pena está considerado una de las mejores atracciones turísticas de Portugal, y será el punto principal de cualquier visita a Sintra. El palacio pintado de vivos colores fue encargado en 1842 por el Rey Fernando II, mecenas de las artes, la música y la literatura. El rey deseaba que el palacio imitase el aspecto de una ópera, y de esta idea surgió el Palacio da Pena.
El Palacio da Pena es una deliciosa amalgama de diferentes estilos e influencias de diseño, de norteafricanos a góticos medievales. El interior es igualmente interesante, ya que ha sido restaurado hasta adquirir el mismo aspecto que tenía en 1910, cuando la Reina Amelia pasó en él su última noche en Portugal, antes de exiliarse a Brasil debido a la revolución. Los bosques que rodean el palacio prolongan los ideales románticos con sus senderos ocultos, adornados detalles y estupendos miradores.
Cuando llegamos al acceso ya había cola para sacar entradas, menos mal que ya llevábamos las combinadas y nos la ahorramos, lo primero era hacer la visita del palacio y dejar para después los jardines, y para eso una potente subida de casi un kilómetro, si te la quieres ahorrar, hay un micro bus que te sube, pero la entrada la tienes que sacar en la taquilla y cuesta 3 euros, también tenía una potente cola.
Subimos andando y cuando llegamos al acceso ya había cola para acceder al interior del palacio, y la visita aunque con un interior espectacular la catalogamos como mala, llegando a desastre, una aglomeración constante durante todo el recorrido que te impide disfrutar de lo que ves, y hacer una fotos medio decentes ya que es todo colas y empujones, era lunes y del mes de mayo en época alta imaginaros.
Y cuando salimos la cola ya era kilométrica, tranquilamente hora y media para acceder al palacio, desde luego en organización un 0 patatero, están más preocupados de cobrar los 15 € de la entrada que de ofrecer la visita de calidad que merece el sitio, podían hacer como en la Alhambra de Granada, que puedes acceder al recinto pero para los palacios Nazaries te marcan una hora de entrada y así se evitan aglomeraciones.
Salimos del palacio y nos perdimos por los inmensos jardines que desde luego merecen un tiempo, sobre todo porque son mucho más tranquilos que el palacio.
Fuimos bajando hasta la zona de los lagos donde hay una salida que deja un poco más abajo de la entrada al castillo.
Entramos en el recinto del Castillo y también había una hermosa cola para comprar las entradas, y una cosa curiosa es que el acceso al castillo está 400 metros mas adelante, y justo en la entrada hay otra taquilla, esta sin cola ninguna.
El Castelo dos Mouros fue construido por los árabes en el siglo IX como observatorio fortificado, con vistas sobre el mar y toda la región. Tras la invasión de la región central de Portugal por los Cruzados Cristianos en el siglo XII, la importancia de este mirador disminuyó, y el castillo empezó a mostrar las señales de la falta de mantenimiento, a las que vinieron a sumarse los daños provocados por los diversos incendios (por culpa de rayos) y terremotos que se produjeron en los siglos XVII y XVIII. El largamente olvidado castillo fue restaurado en el siglo XIX para convertirse en la atracción principal de los terrenos del Palacio da Pena.
Lo más visitable del castillos son las almenas que se conservan (aunque restauradas), en bastante buen estado, y las maravillosas vistas que tiene sobre Sintra y el Palacio de Penha.
Eso si hace falta buenas piernas para después de la subida del Palacio hacerte las almenas que son todo menos cómodas, también decir que en el castillo no hay las aglomeraciones del Palacio.
Como no teníamos bastantes cuestas en las piernas decidimos hacer ese mismo día la visita que nos quedaba en Sintra, al palacio de Montserrate, ya que al día siguiente la previsión era de lluvia, y los jardines son tan importantes como los palacios y hacerlos con lluvia desluce bastante.
El Palacio de Monserrate es un sugestivo palacete romántico mandado construir como quinta de veraneo familiar por Francis Cook, I vizconde de Monserrate, un ciudadano inglés que hizo su fortuna en la industria textil. La obra fue dirigida por el arquitecto James Knowles en 1858 sobre las ruinas de una mansión neo-gótica anterior construida por el comerciante inglés Gerard de Visme. Uno de los célebres visitantes del palacete original fue el poeta Lord Byron en 1809 quien describe su belleza en Las peregrinaciones de Childe Harold.
Fue clasificado Inmueble de Interés Público en 1978 por el estado portugués y Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995 como parte del conjunto de la Sierra de Sintra. El Palacio combina influencias góticas, indias y mudéjares, incorporando motivos exóticos y vegetales que se extienden de forma armónica hacia el exterior.
Especies botánicas de todo el mundo componen los diversos jardines históricos, distribuidos por áreas geográficas. La pendiente cubierta de césped frente al Palacio invita al descanso, sobre todo tras la visita a unos de los más ricos e interesantes jardines botánicos portugueses.
El mejor transporte para el palacio desde luego es el coche, en la puerta hay aparcamiento, y a no ser días de mucha afluencia no debe de haber problemas, al estar más alejado del Sintra es menos visitado.
Aunque hay que decir que conducir por Sintra tampoco es la mejor experiencia, las carreteras son super estrechas, y unas veces son de una sola dirección y otras de doble sentido y la anchura cambia poco, ademas el navegador muchas veces te equivoca metiéndote por caminos bastantes complicados o se empeña en llevarte por el centro cuando está prohibida la circulación a vehículos particulares.
Los jardines del palacio desde luego merecen disfrutarlos un buen rato ya que están bastantes cuidados dentro de ser jardines selváticos con raras especies que viven gracias al clima único de Sintra.
Así llegamos al ultimo día en Sintra que habíamos reservado para los puntos cercanos de interés y la previsión meteorológica no falló, salio lloviendo y con niebla, seguimos el guión previsto y nos dirigimos hacia Azenhas de Mar, una pequeña localidad costera que tiene un mirador hacía el casco antiguo precioso. y desde luego no nos defraudó a pesar del mal tiempo.
Luego paramos en la cercana playa Grande, donde los surferos ya empezaban a disfrutar de las olas, no muy grandes pero lo suficiente para este deporte.
Luego ya envueltos en una espesa niebla subimos hasta cabo Roca, punto más turístico y por lo tanto lleno de turistas, a pesar del día con una niebla que apenas dejaba ver nada.
El Cabo da Roca es un cabo salvaje y escarpado que marca el punto más occidental de la Europa continental. Los acantilados barridos por el viento de Cabo de Roca fueron considerados el final del mundo hasta finales del siglo XIV, y su encanto se ve intensificado por el desolado y espectacular paisaje. Las olas rugientes del Océano Atlántico azotan la base de los gigantescos y accidentados acantilados, y a lo largo de las rutas costeras pueden encontrarse desafiantes senderos de escalada.
De cabo Roca nos dirigimos a Cascais, con la primera parada en la Boca del infierno ya dentro del casco urbano, con buena zona de aparcamiento, eso si de pago, frente a la entrada que te permite ver la zona, en días de oleaje debe de ser un sitio excepcional para disfrutar de la bravura del océano Atlántico.
Boca do Inferno, unos pequeños acantilados y formaciones rocosas, con entrantes y salientes que permiten la entrada del agua a pequeños huecos formados en la zona de rocas. El nombre le viene del sonido que produce el mar golpeando con ellas. Es un destino turístico típico, como podremos intuir al pasar por los vecinos puestos de venta de recuerdos. Se puede ir andando perfectamente desde el centro de Cascais.
Ya con la lluvia haciendo acto de presencia aparcamos junto al puerto de Cascais en zona azul claro, para pasear por su centro, muy comercial y cuidado, con tiendas y restaurantes, la lluvia desde luego deslucía el lugar que merece dedicarle bastante más tiempo.
Visitamos también la ciudadela de Cascais, en cuyo interior se ubica un centro de Arte con diferentes salas de exposiciones, aunque no se veían abiertas en ese momento.
Luego nos perdimos por las calles del casco antiguo, que bordea el mar con diferentes accesos a preciosas y vacías playas, claro que no dejaba de llover y así poca gente va a la playa.
Después de pasear y viendo que el día no solo no aclaraba sino que más bien cada vez estaba peor, comimos en una cafetería junto a la estación donde un plato combinado, bebida, café y un par de «natas» nos costó 17 €, muy bien si valoramos los precios que se veían en las terrazas.
Nos despedimos de Cascais con pena de no haberlo disfrutado más pero la lluvia arreciaba y no se estaba a gusto para nada. Cogimos el coche y nos acercamos a la vecina Estoril, aparcamos nuevamente en zona azul junto al famoso Casino de Estoril, y dimos una vuelta por los jardines, pero la lluvia de nuevo nos hizo la visita más corta de lo queríamos.
Casino de Estoril Fue construido en la segunda década del siglo XX y se convirtió en uno de los mayores casinos de Europa por tamaño. A su alrededor se construyó una leyenda de espionaje, conspiraciones e intrigas políticas durante la II Guerra Mundial, ya que dado el estatus neutral de Portugal en la contienda, allí se reunían espías, reyes y políticos exiliados de sus respectivos países. Se dice que en él se inspiró Ian Flemming -creador del personaje de James Bond- para escribir su novela Casino Royale.
Aquí dimos por terminada nuestra estancia en Sintra, al día siguiente salíamos para Lisboa, con parada en Mafra, para ver su magnifico palacio.
Qué linda se ve Sintra!! súper completo tu post, seguro tendré en cuenta muchas cosas cuando visite la ciudad.
Saludos!
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Cualquier cosa que no esté clara no dudes en preguntar. Un saludo
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